Situado a orillas del río Guadalquivir, San Juan de Aznalfarache se erige como un municipio cargado de historia, desde tiempos prerromanos hasta la actualidad. Su ubicación estratégica y su riqueza patrimonial lo convierten en un enclave único en la provincia de Sevilla, con una rica historia milenaria a sus espaldas.
El municipio tiene sus orígenes en el asentamiento turdetano de Osset, que posteriormente fue reconocido como municipio romano bajo el nombre de Osset Iulia Constantia. Durante esta etapa, la localidad destacó por acuñar su propia moneda, reflejo de su importancia comercial y cultural en la región.
Con la llegada de los musulmanes, el lugar pasó a llamarse Hisn Al-Faray, o «Castillo del Miradero». En 1196, bajo el mandato del califa almohade Yacub Almanzor, se construyó una fortaleza en el cerro que servía de mirador hacia Sevilla. Durante este período, San Juan albergó al célebre rey poeta Al-Mutamid, quien residió en la fortaleza.
El renacer cristiano
En 1248, tras la reconquista cristiana liderada por el rey Fernando III, la fortaleza fue entregada a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén, marcando el inicio de una nueva etapa. Es en este momento cuando el municipio adopta su nombre actual. A lo largo de los siglos siguientes, el lugar mantuvo su importancia religiosa y administrativa, especialmente con la fundación de una comunidad religiosa en el siglo XV por el arzobispo de Sevilla, Gonzalo de Mena.
Ya en el siglo XIX, San Juan de Aznalfarache se destacó por su pujante actividad industrial y agrícola, conocida por la producción de aceitunas, loza, aguardiente y perfumería. En 1890, el municipio se separó administrativamente de Tomares, consolidándose como una localidad independiente.
San Juan hoy: Un municipio consolidado
Con más de 20.000 habitantes, San Juan de Aznalfarache combina su legado histórico con un dinamismo moderno. Su proximidad a Sevilla y su rica herencia cultural lo han convertido en un lugar clave para el turismo y la actividad económica. El cerro del monumento al Sagrado Corazón y los restos de la fortaleza almohade siguen siendo símbolos de su ilustre pasado.
San Juan de Aznalfarache continúa siendo un testimonio vivo de las civilizaciones que han pasado por Andalucía, reflejando su riqueza cultural y su papel esencial en la historia de la región.